El rapto de Perséfone

Perséfone, hija de Zeus y Demeter (diosa de la fertilidad y ambos hijos de Cronos y Rea) se encontraba juntando flores en un prado bajo un cielo primaveral en compañía de su madre –Demeter- la diosa de la naturaleza.
Pero Hades (dios del mundo subterráneo y tío de la muchacha) la estaba vigilando desde hacía un buen tiempo y de tanto observarla, había encontrado en ella ciertos atributos de mujercita, lo que produjo un inmediato enamoramiento de su parte y decidido a poseerla decidió raptarla.



Demeter se aleja un segundo de su hija Perséfone porque divisó un roble que necesitaba su ayuda. En ese ínterin –mientras la joven diosa seguía recolectando sus flores la tierra se abre y por una grieta sale un fuego incandescente, mucho calor y un carro con cuatro caballos escoltando a Hades quien la toma por la fuerza entre sus brazos, la sube al carro y se la lleva.





Demeter presenció toda esa escena –al igual que Heracles que en ese preciso momento había llegado al lugar, desolada y sin saber qué hacer le solicita la ayuda de este semidios, quien se niega tras aclararle que es una cuestión de dioses y él nada puede hacer. Demeter-peor aún- le advierte que las consecuencias serían terribles para él y toda la humanidad.
La primavera de la nada se terminó, tornados de arena, huracanes de viento, fuertes tormentas, nevadas intensas, lluvias diluviantes y sequías consecutivas fue todo lo que se produjo en diez días.




Los animales y las platas murieron y la naturaleza representaba en creces el interior emocional de Demeter, quien se encontraba bajo una gran angustia y desolación tras no hallar a su hija Perséfone.
De esta manera, Heracles se replanteó la situación de ayudar a Demeter y accedió a esta, sólo con la condición que si conseguía devolverle a su hija, ella retornaría el curso de la naturaleza. A lo que la diosa respondió con un sí contundente.



Los días pasaron y los buenos tratos del dios del inframundo hacían sentir toda una reina a Perséfone, quien si bien extrañaba a su madre, no se sentía tan abandonada en la compañía de Hades.
Hacía varios días que no comía, pero sabía que no podía ingerir ningún alimento que estuviese del otro lado del reino de los vivos, caso contrario no podría regresar jamás.



Hades le insistía a que comiese, pero ella siempre se resistía. Hasta que un día no soportó más la tentación de unos arreglos frutales que Hades había puesto sobre la mesa principal, con la intensión de motivarla aún más.
Ese manjar fue irresistible para ella, que accedió a comer unas semillas de granada, el fruto de los muertos.
De esta manera, Perséfone se convirtió en la diosa de los Infiernos.



Heracles con el permiso de los dioses y la gestión previa de Demeter, pudo ingresar al tártaro (región más profunda del infierno) en dónde encontró a Perséfone y se predispuso a mostrarle el camino de regreso.
Ella no mostró resistencia alguna, pero Hades si. Ambos lucharon hasta que Demeter –también- cruzó al “otro lado” y se enfrentó con su hermano por el amor de su hija.
Heracles los silenció por un instante para permitirle a Perséfone que hablase y aclarase qué quería decidir ella, aclarándole a ambos que esa decisión debía ser respetada por ambos.
Hades decía que no podía marcharse, pues ya había probado bocado de los muertos, por ende quedaba sujeta al tártaro para reinar junto a él. Demeter se defendió diciendo que Zeus haría una salvedad –en ese caso- porque su hija había sido raptada y no había llegado hasta allí por su propia cuenta. A todo esto Perséfone seguía sin poder hablar, hasta que levantó su voz y dijo que los quería a ambos.



Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte del año en los confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la tierra con su madre, mientras Demeter prometiera cumplir su función germinadora y volviera al Olimpo.
La leyenda cuenta que el origen de la Primavera radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, la desolación y entristecimiento de Demeter es representado con los días en que la vegetación caduca, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación de invierno.
Pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la joven.



Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace.
Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre, Demeter y confinada al Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del invierno.


Nota: este texto pertenece a la categoría "Mitología Griega - Leyendas Mitológicas"


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